Aunque las emociones son reacciones que ayudan a las personas a adaptarse y protegerse ante las diversas situaciones de la vida, muchas son difíciles de expresar a causa de las presiones culturales y/o sociales, miedo, orgullo, represión, falta de información, entre otros motivos.
A modo de ejemplo, la alegría permite tener una mejor interacción social con las demás y promover mejores ambientes sociales. El miedo puede ayudar a las personas a reaccionar o anticipar alguna amenaza.
Mientras que el coraje ayuda a enfrentar cosas, tener fuerza e ir hacia adelante, y la tristeza provocado por una pérdida, situación de fracaso, divorcio u otro, permite que la persona comprenda que no está mal buscar ayuda, explicó a Es Mental la doctora Migna L. Rivera García, directora del Programa Graduado de Consejería Psicológica de la Universidad Albizu y pasada presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.
Según el psicólogo clínico y académico en el tema, Efraín Ríos Ruiz, existen muchas formas y metodologías para identificar a las emociones.
De hecho, las investigaciones han podido usar respuestas conductuales e identificación de rostros para identificar las emociones. En lo más reciente, se ha recurrido a las neuroimágenes o resonancia magnética para ver las rutas del cerebro.
Desde la neurociencia afectiva se ha identificado una serie de rutas, tanto en animales roedores como en humanos, al experimentar emociones. Entre ellas, hay siete sistemas afectivos: cuidado, miedo, alegría o juego, búsqueda, deseo sexual, angustia por separación y coraje o furia.
Pese a que son las rutas que han obtenido mayor validez en cuanto a las investigaciones, no son las únicas, especificó.
Por otro lado, Rivera García argumentó que los pensamientos y las emociones son internos, pero el comportamiento físico o verbal es lo que las personas y los expertos reciben. No obstante, esta no es la totalidad del sentir. Estas perspectivas de investigación multi, trans e interdisciplinarias son fundamentales para poder entender las emociones, reiteró.
De forma similar, Ríos Ruiz explicó que las nuevas metodologías usadas para identificar emociones ayudan a los procesos de corroboración. Hay unas áreas específicas del cerebro que se alteran o activan cuando las personas que están experimentando una pérdida muy fuerte. Sin embargo, hay una diferencia entre lo que se ve entre las imágenes objetivamente y lo que las personas expresan estar sintiendo, que es subjetivo, sostuvo.
El lenguaje usado, los procesos secundarios y la manera en la que una persona expresa su sentir están asociados a la experiencia social, cultural y las presiones exteriores, afirmó el académico.
Los estudios apuntan a que entre los y las participantes puede haber una gama infinita en cuanto a la descripción de una emoción y su intensidad, pero que una vez se evalúan y comparan las neuroimágenes, hay patrones similares, insistió el también profesor.
Los beneficios de estas pruebas son aportar a la consistencia en cuanto a corroboración empírica a nivel cerebral para saber cuándo y en qué circunstancias se activan estos sistemas.
Los hallazgos pueden ser comparables a través de distintas culturas o personas. Asimismo, insistió en que estas pruebas, a nivel investigativo, pueden ayudar a pacientes que no se sienten cómodos expresando sus emociones, que temen a la vulnerabilidad que consiste el comunicar los sentimientos o que se le dificulta procesar alguna sintomatología.
Por su parte, Rivera García añadió que estas investigaciones pueden conllevar nuevos conocimientos en el campo forense, psicológico, psiquiátrico, neurológico, médico, entre otros.
”Provee una mirada hacia distintas perspectivas y la evolución de las emociones”, afirmó.
También explicó que estas indagaciones brindan detalles acerca de cuáles son las respuestas cerebrales, ayudan a enfrentar emociones que tal vez no se quieran admitir, explican fenómenos psicosomáticos o sintomatológicos, entre otros.
“Las neuroimágenes o resonancia magnética son una de las metodologías más eficaces para identificar estos patrones de emociones, pues no es que se hace una medición o una activación aislada, son estudios con múltiples participantes, excluyendo de contaminación de otros estímulos, pasando por un método de corroboración antes de su publicación”, sostuvo Ríos Ruiz
De acuerdo con un estudio de la Universidad Duke en 2016, las neuroimágenes probaron tener un 75 por ciento de eficacia para predecir las emociones experimentadas por un paciente.
En cuanto a literatura sobre el tema, según Ríos Ruiz, en Puerto Rico existe acceso a estas publicaciones para toda persona interesada en saber más. No obstante, a nivel de la accesibilidad de las neuroimágenes, específicamente de humanos, “estamos atrás”, criticó.
En hospitales o centros médicos hay disponibilidad para identificar daños neurológicos con el uso de estas herramientas. Sin embargo, existe solo un centro de investigación para ello y se trata del Recinto de Ciencias Médicas.
“No tenemos necesariamente todo el equipo y la tecnología para hacer estas pruebas en seres humanos”, agregó.
“La idea es que vaya aumentando el equipo disponible y los fondos para las investigaciones, pues hay un aumento en la cantidad de personas interesadas en este tipo de investigaciones”, concluyó Ríos Ruiz.