La puerta principal se abre. La luz del exterior rebota en el blancor de las paredes, el suelo, las batas. Entra un paciente con tos, dolor de garganta y fiebre. En el hospital todos desconocen si es influenza, micoplasma o COVID-19. Pese a la ansiedad y al estrés que pueden sentir los médicos, los terapistas respiratorios y las enfermeras, deben continuar con sus labores.
La posible saturación de los sistemas de salud, la falta de equipo médico y la toma de decisiones para atender a los pacientes según sea la urgencia – podría causar ansiedad, depresión, estrés e, incluso, el síndrome de “burnout” o síndrome del quemado en los profesionales de la salud, mencionó la psicóloga Dimaris García Mercado a Es Mental.
En términos porcentuales, el 85% de los médicos se sienten preocupados ante un posible contagio de COVID-19, según una encuesta de la firma PharMaCon, la que se llevó a cabo del 29 de marzo al 2 de abril y contó con la participación de 65 médicos de toda la isla y de distintas especialidades.
La encuesta realizada por PharMaCon también muestra una cifra reveladora: un 62% de los médicos sienten tristeza por los enfermos, por los familiares y por los que están muriendo.
Que todo personal hospitalario establezca una relación de empatía y de comprensión con el paciente es saludable debido a que podría impactar positivamente su cuadro clínico, según García Mercado. No obstante, dijo que apegarse emocionalmente a un paciente no es saludable ni para el paciente ni para el personal.
“El personal médico más susceptible es el que tenga que lidiar con factores estresantes relacionados a la responsabilidad, la toma de decisiones y el contacto directo con el paciente infectado o con la familia”, explicó la psicóloga. “Desde que se entra al hospital es normal que esté en la mente del personal el riesgo de contagio”.
Para que el personal hospitalario sobrelleve la tristeza y el temor, la psicóloga recomendó que se establezcan redes de apoyo, que se aborden todos los retos en búsqueda de soluciones, que se flexibilice el entorno laboral, que se asuma un estilo de comunicación no agresivo, que se establezca un periodo de descanso de unos 10 minutos en el que se promueva la respiración reflexiva y el que se sea empático con los colegas con el fin de alejar cualquier estresor del ambiente laboral.
“Todo personal hospitalario se siente vulnerable ante este novel virus”, acotó. “Es nuevo, no hay cura y te encuentras expuesto trabajando en el epicentro”.
El temor en los médicos es latente a medida que han colgado vídeos en sus redes sociales para reclamarle a los ciudadanos que tomen conciencia sobre el novel virus. Otros temen contagiar a sus familiares al llegar tarde en la noche de los hospitales.
El COVID-19 es la primera pandemia mundial con la que se topa el director del Programa de Residencia y de Medicina interna del Mayagüez Medical Center (MMC), Milton Carrero Quiñones, en sus 19 años de experiencia en el hospital, donde está a cargo de 200 médicos.
Los médicos y el personal hospitalario no tienden a demostrar la manera en la que se sienten cuando se encuentran en el hospital, ya que se les ha entrenado para sobrellevar retos como el novel coronavirus. Sin embargo, educarlos para que puedan aprender a detectar los signos “invisibles” del estrés y de la ansiedad fue una prioridad que se estableció en el MMC.
Por eso, diseñó junto a la psicóloga García Mercado la guía “¿Cómo cuidar tu salud mental durante la pandemia COVID-19?” para el personal del MMC, con la que buscan preparar emocional y mentalmente a los profesionales de la salud para la crisis.
“El personal de salud se compone de personas sumamente entregadas”, reflexionó. “Han tomado esta situación como un reto más, como un deber”.
El médico explicó que su temor, en estos momentos, es que llegue un momento donde los médicos tengan que decidir a quién se atenderá y a quién no, cuando Puerto Rico alcance su pico de casos en la curva epidemiológica. El no atender de manera adecuada a sus pacientes, también le preocupa.
Sin embargo, el temor y la tristeza también es una realidad con la que se topan el personal de enfermería y los terapistas respiratorios en los hospitales del país.
La presidenta del Colegio de Profesionales de la Enfermería de Puerto Rico, Ana Cristina García Cintrón, mencionó que a las enfermeras les afecta no contar con mascarillas, guantes, batas desechables y lentes de protección para mantenerse protegidos durante la pandemia. La carencia de equipo médico les afecta emocional y mentalmente.
“Muchas veces les dan las mascarillas, pero no les dan las batas o se lo restringen y les dicen: ‘esto es para que pases el turno completo”, dijo García Cintrón. “No se le está dando el equipo”.
Lo que sucede, a juicio de la presidenta del Colegio de Profesionales de la Enfermería, es que los administradores de ciertos hospitales han regulado más aún la distribución de los equipos sanitarios para contar con suficientes cuando llegue la fecha pico, que se espera sea entre el 15 de abril al 8 de mayo.
Lo triste del caso, mencionó, es que por lo regular un enfermero tiene que atender a 15 pacientes por piso. Lo que significa que si uno se enferma, la carga aumentaría para el resto del personal. “Cuando llegue el momento fulminante no vamos a tener [equipo médico]”.
Sin embargo, el panorama emocional de los aproximadamente 2,500 terapistas respiratorios en Puerto Rico también se ha complicado luego de la muerte de Teresa Ortiz, una terapista respiratoria que se encuentra entre los 18 fallecidos por causa del COVID-19, explicó la presidenta de la Asociación de Cuidado Respiratorio de Puerto Rico, Diana Acosta Rivera.
El trabajo de los terapistas respiratorios es crítico, explicó. Son quienes toman las pruebas arteriales de los pacientes que asisten a sala de emergencias con problemas respiratorios. Son quienes determinan cuán grave es el síndrome de dificultad respiratoria del paciente. Son quienes manejan los ventiladores mecánicos y los ajustan a las modalidades que recomiende el infectólogo o el neumólogo en turno.
Por lo tanto, la presidenta de la Asociación de Cuidado Respiratorio de Puerto Rico expresó que no contar con el equipo para protegerse durante el proceso de cuidado es un temor real. Un riesgo que aumenta debido a que los hospitales solo cuentan con 10 terapistas que se rotan por turnos las 24 horas, los siete días a la semana.
“El personal tiene miedo; tiene miedo a contaminarse ellos, a contaminar a su familia”, concluyó.