Pese a que el trastorno de identidad disociativo es poco frecuente entre la población, la cultura popular, que incluye industrias como el cine y la televisión, por mucho tiempo se ha encargado de promover ideas prejuiciadas sobre las personas que viven esta afección de salud mental. Por eso, en la actualidad los profesionales del campo proponen derribar nociones falsas al respecto, y de otro lado, educar sobre la realidad del diagnóstico.
El trastorno de identidad disociativo, antes conocido como trastorno de personalidad múltiple, se asocia a pacientes con un historial de trauma o de estrés postraumático, como lo puede ser la exposición a abuso físico y sexual, y en algunos casos se manifiesta con una fuga de la realidad y diferentes identidades, síntoma que ha sido controversia social ante los ojos de algunos.
Sin embargo, la ciencia lo avala y los miembros del campo de la salud mental lo conocen de primera mano tras trabajar con estos casos.
“A mí, como psiquiatra, no me es controversial ni raro, porque la realidad es que a nivel clínico uno ve estas respuestas de disociación, que ocurren usualmente tras trauma, especialmente uno que ha sido muy impactante para el paciente, porque la mente no puede procesar lo que está ocurriendo y la manera de protegerse es distanciarse de esa memoria, y ahí ocurre la desconexión con la persona o con la realidad”, explicó la doctora Karen Martínez, psiquiatra y directora del Departamento de Psiquiatría del Recinto de Ciencias Médicas.
Por su parte, la doctora Wilnelya Morales, psiquiatra, recordó que desde el 1800 se han reportado casos como estos y fue el médico estadounidense Benjamin Rush, reconocido como el padre de la psiquiatría estadounidense, quien en aquel momento lo documentó.
“Quizá mucho del propósito de las películas es traer consciencia, pero la forma de hacerlo es estigmatizante. Entonces, cuando una persona experimente los síntomas no se va a sentir en la confianza de poder visitar a un psicólogo o psiquiatra por el miedo al qué dirán”, expuso.
Por su parte, la psicóloga clínica, doctora Irmarys Rosado Frau, explicó que los trastornos disociativos trastocan la memoria, identidad, funciones de la consciencia y percepción del entorno, por lo que es importante identificar la presencia de otros trastornos comórbidos, “siendo los más frecuentes la depresión y el trastorno de estrés postraumático”, dijo.
La disociación, como mecanismo, también se hace presente en otros trastornos y desórdenes de salud emocional, por lo que podría ocurrir -en otros escenarios- un subdiagnóstico.
En el caso de la población de niños, la doctora Martínez recordó que, por tratarse de una situación significativa, los padres, madres y cuidadores deben prestar atención a las señales y/o lo expresado por el menor y no dejarlas pasar por desapercibidas o justificarlas como situaciones “imaginarias”.
“Cuando tenemos niños pequeños es común tener amigos imaginarios o personas con las que piensan que hablan, así que una de las cosas que va alertar es la edad del niño. Si es un niño de 7 años en adelante debe dar una sospecha e igual si se trata de un preadolescente de 10 años en adelante”, sostuvo.
Por otro lado, la doctora Morales enfatizó en la importancia de la búsqueda de ayuda profesional si el individuo identifica que experimenta dos o más personalidades y que ante esta sintomatología se genere una disfunción de su cotidianidad, tanto el ámbito personal, como profesional y en sus vínculos.
Describió otra señal como aquella con la que “sientan que no están en su cuerpo y que puedan tener la experiencia de verse desde afuera de este”, puntualizó.
La doctora Rosado Frau apuntó al tratamiento de psicoterapia focalizada en integración a largo plazo de las identidades e hipnósis (que en ocasiones puede combinarse con psicofarmacología), como herramientas esenciales para estos pacientes. Con esto coincidieron, además, las psiquiatras.
Morales, en particular, señaló que es necesario trabajar con la raíz del trauma y cómo el paciente canaliza esto.
“El terapista tiene que estar consciente de que, probablemente, en una sesión de terapia se pueda manifestar dos o todas las personalidades y que pueden ser totalmente distintas”, concluyó.