(Ilustración por Mya Pagán)

Los trastornos de salud mental severos, condiciones que afectan todos los aspectos del funcionamiento de una persona, conllevan a la vez grandes retos a la hora de obtener un diagnóstico y tratamiento adecuado para los pacientes.

El desconocimiento sobre los síntomas, la forma en que se van desarrollando los comportamientos que distinguen las distintas condiciones y el estigma impiden frecuentemente que las personas busquen ayuda. Luego, el acceso a los servicios es difícil, coincidieron profesionales de la conducta humana.

Típicamente estas condiciones de salud mental son evaluadas por primera vez luego de seis meses o más de que el o la paciente haya experimentado síntomas, sin que haya tenido una intervención médica previa o se hayan identificado sus dificultades, estimó el psiquiatra Ohel Soto Raíces. Por este motivo, en muchas instancias las personas llegan con tanta disfunción que tienen que ser hospitalizadas o presentan dificultades tan marcadas que terminan en tratamiento psiquiátrico.

El médico especialista destacó que la mayor dificultad es el proceso de identificación de conductas y diagnóstico, pues depende de la información que la persona tenga sobre el tema y su capacidad de poder asociar esos comportamientos con el desarrollo de un trastorno de salud mental. 

Los trastornos severos más comunes en Puerto Rico son la depresión mayor (9.7%); fobia social (6.3%), ansiedad generalizada (5.2%), agorafobia (temor de salir a lugares abiertos; 4.7%); y trastorno bipolar (3.2%), según un estudio realizado por la investigadora Glorisa Canino en 2016 que sigue siendo el principal referente sobre el tema. 

La mayoría de los trastornos de salud mental se evalúan de acuerdo al funcionamiento general del individuo, dijo, por su parte, la psicóloga clínica Delmara Rivera Rivera. Según ella, a mayor dificultad se puede interpretar que hay una mayor severidad de los síntomas clínicos que afectan a esas personas en su diario vivir.

Rivera Rivera indicó que muchos de estos síntomas y trastornos no se llegan a presentar inmediatamente de forma severa. Previo a una hospitalización o un episodio severo hay una conducta que pasó inobservada o ignorada, aseguró. 

“Muchas veces las personas piensan que la conducta presentada o las dificultades que están experimentando son detalles que se arreglarán con el tiempo o que pueden modificar aspectos de su vida para hacerlas desaparecer. Por este razonamiento, muchas veces no acuden a ayuda”, añadió Soto Raíces. 

Aparte de la falta de educación sobre la salud mental, el estigma que existe en torno al tema provoca que muchas personas dilaten el proceso de buscar ayuda y la busquen solamente en un momento de crisis, dijo Soto Raíces.

Algunas de las señales de alerta son perder hábitos de sueño, higiene, alimentación o energía, enumeró Soto Raíces. La persona puede quedar aislada, tener dificultad ejerciendo actividades o acciones del día a día o problemas tomando decisiones. Según el psiquiatra, estos comportamientos son recurrentes y se repiten semana tras semana, pues el funcionamiento de la persona cambia o no puede hacer las cosas que solía hacer con la misma facilidad.

En el caso de los menores, se pueden identificar sus conductas o particularidades en espacios como la escuela, el cuido o la casa de amistades, logrando así un diagnóstico temprano, sostuvo Rivera Rivera. Los jóvenes pudiesen faltar a la escuela, a la universidad, al trabajo o dar indicios de no poder cumplir con sus responsabilidades diarias, puntualizó también el psiquiatra especialista en niños y adolescentes Dimas Javier Tirado Morales

De acuerdo con Rivera Rivera, lo más importante es buscar ayuda para poder evaluar correctamente a la persona y conocer su nivel de funcionamiento. Dependiendo de los síntomas las personas pueden acudir a un profesional como un psiquiatra, un psicólogo o un trabajador social escolar, entre otros profesionales. 

El riesgo mayor durante el proceso de diagnóstico es que las personas pueden omitir información al profesional de salud mental, pensando que no es relevante, agregó la psicóloga. Alertó que todo detalle que se pueda compartir es importante. Si no se presentan todos los detalles, el proceso de diagnóstico se pudiese retrasar. Es decir, normalmente el enfoque de la evaluación es en identificar situaciones que hayan sido precipitantes de estas conductas para aprender a atender las necesidades del paciente. Sin embargo, si se repiten esas situaciones y los salubristas no saben todos los detalles, no pueden reaccionar a la conducta de la mejor manera posible. 

Tirado Morales explicó que los psiquiatras van a hacer un diagnóstico con la información que tienen disponible al momento, por lo que requieren saber qué es lo que está pasando exactamente con la persona y desarrollar una relación de confianza con ella. Muchas veces el diagnóstico inicial es el certero, pero otras veces hay sintomatología de distintas condiciones que se parece y se puede confundir el dictamen. Señaló al trastorno bipolar como uno de los más difíciles de diagnosticar de manera certera. 

Acceso al tratamiento

El acceso al tratamiento para los trastornos de salud mental severos no es fácil, coincidieron los cinco expertos de salud mental entrevistados por Es Mental. Escasez de profesionales especializados, limitaciones en las cubiertas de los medicamentos y de los profesionales por parte de los planes médicos, restricciones en la cantidad de sesiones de terapias y servicios a ofrecer, periodo excesivo de espera para obtener una cita y falta de disponibilidad económica, entre otros, fueron los principales problemas listados por los profesionales. 

“Pueden pasar meses antes de que la persona pueda obtener una evaluación psiquiátrica. Esto supone un peligro porque mientras la persona espera a ser atendida, puede empeorar su condición”, sostuvo Soto Raíces. Comentó que dependiendo de la edad del paciente cambia la cantidad de profesionales dispuestos a hacer evaluaciones iniciales y la disponibilidad de los mismos. 

Por su parte, el psiquiatra Tirado Morales indicó que hay un discrimen y estigma continuo que afecta no solo el trato que recibe esta comunidad, sino la disponibilidad de la persona para recibir tratamiento. Soto Raíces aclaró que para muchas personas, el instinto es intentar todo lo natural antes de medicarse o su meta de vida se convierte en no tener que medicarse. Igualmente, muchas personas están reacias a recibir un diagnóstico de salud mental y decidir atenderlo de manera debida. 

Soto Raíces agregó que estas personas requieren de un familiar que los pueda cuidar, al igual que necesitan una educación continua y un grupo de apoyo.

La psicóloga Jennifer Castro Cruz subrayó las dificultades encontradas para encontrar a un familiar, cuidador o grupo de apoyo para la persona con la condición, pues cuidar de esta comunidad es una labor que requiere de mucha energía, paciencia y disponibilidad

“La crisis médica que se está viviendo en la Isla, afecta directamente a los pacientes, en donde, obtener un tratamiento efectivo se ve limitado muchas veces por los recursos económicos”, expresó, por su parte, la psicóloga clínica María Del Valle Rodríguez

A su vez, todos los profesionales entrevistados concordaron con Del Valle Rodríguez al asegurar que el bajo salario medio por núcleo familiar en Puerto Rico imposibilita el que todo residente de la Isla pueda atender estos trastornos de manera adecuada.

Tirado Morales comentó que, aparte de la carencia de profesionales especializados, muchas de las oficinas de salud mental especializadas están ubicadas en el Área Metropolitana de la Isla. Especificó que las personas con trastornos severos requieren atención médica una vez al mes como mínimo, pero la distancia complica la situación. Para una persona que es pobre, que la mayoría de personas con trastornos severos de salud mental son de escasos recursos, es complicado no solo costear la gasolina, sino que costear todo lo que incluye manejar estas condiciones, explicó Soto Raíces. 

Otras de las dificultades que se pueden ver son las listas de medicamentos que aprueban los planes médicos, denominados como formularios, que puede presentar opciones muy limitadas, aseguró Soto Raíces. 

“Si la persona solamente puede tomar un medicamento y no lo cubre el plan, se tiene que hacer una justificación. Esto provoca que se atrase el proceso de tratamiento, que la persona esté durante un tiempo prolongado sin medicación o que se deteriore su condición. En el caso que aún así no se apruebe el medicamento puede cambiar todo aspecto de su condición”, ejemplificó al enumerar las complicaciones.

Incluso, el que no aprueben el medicamento indicado puede hacer a la persona más vulnerable a tomar otro fármaco que pueda provocar efectos secundarios, añadió Rivera Rivera. 

Aparte del acceso a medicamentos, Castro Cruz apuntó a la pobre cobertura de los seguros médicos para las múltiples o constantes hospitalizaciones que conllevan algunos de estos trastornos.

“En Estados Unidos hay un proceso de justificación previa, pero en Puerto Rico hay que justificarlo casi todo. Es absurdo. Muchos psiquiatras nos frustramos por esta razón, pues ¿para qué estudiamos medicina si no nos van a dejar atender a los pacientes de la manera que encontramos más eficiente?”, cuestionó Tirado Morales al comparar su experiencia como doctor en Estados Unidos y en Puerto Rico. 

Según Rivera Rivera y Soto Raíces, son cada vez más los profesionales de salud mental que están trabajando a nivel privado, sin aceptar planes médicos, por las dificultades que imponen los planes médicos a la prestación de sus servicios. 

De acuerdo con Tirado Morales, aunque en muchísimos estados ponen “trabas” para costear los medicamentos o hay una preferencia por los fármacos menos caros, en Puerto Rico la precariedad de la cobertura de los planes médicos es aguda

“Las limitaciones que tenemos en tratamientos y fármacos es increíble. Todas estas dificultades y obstáculos provocan que muchas personas no quieran continuar con el cuidado de su salud mental”, dijo al confirmar que todas las mañanas recibe infinitas llamadas de pacientes cuyos planes médicos no le aceptan los medicamentos o tratamientos.