El 33.62% de los sobrevivientes de COVID-19 sufrieron una enfermedad neurológica o psiquiátrica seis meses después de haberse recuperado, reveló el mayor estudio realizado hasta la fecha sobre la salud mental tras la pandemia publicado en The Lancet. 

El estudio titulado 6-month neurological and psychiatric outcomes in 236 379 survivors of COVID-19 analizó los expedientes médicos electrónicos de 236,379 infectados.

El diagnóstico que más se encontró fue el desorden de ansiedad, con un 17.39%, seguido del desorden de ánimo, con un 13.66%, y el abuso de sustancias controladas, con un 6.58%.

En los pacientes intubados se encontró que el trastorno de ansiedad tuvo un 19.15%, el desorden de ánimo un 15.43% y el abuso de sustancias controladas un 10.14%. En los pacientes hospitalizados, el desorden de ansiedad arrojó un 16.40%, el desorden de ánimo un 14.68% y el abuso de sustancias un 8.56%. En los de encefalopatía – una enfermedad del encéfalo – el desorden de ánimo tuvo un 22.52% mientras que el desorden de ansiedad un 22.43% y el abuso de sustancias un 11.85%. 

A diferencia de los pacientes hospitalizados, intubados o encefalopáticos, en los no hospitalizados el trastorno de ánimo tuvo un 13.10%, el abuso de sustancias controladas un 5.87% y el trastorno de ansiedad un 17.51%.

Por un lado, estos porcentajes muestran cómo el riesgo de sufrir una enfermedad neurológica o psiquiátrica a largo plazo se recrudece según empeoran los síntomas del paciente.

Por el otro lado, demuestra que el virus invade al cerebro, opinó el neurólogo, José Francesichini Carlo

“Se sabía que el corazón se llenaba de coágulos, que era una de las causas del problema respiratorio porque causaba embolia pulmonar. Ahora, con este estudio, se demostró que también causa hipercoagulación en el cerebro”, explicó sobre el virus. 

El neurólogo también mencionó que la respuesta inmune del cerebro a la enfermedad no es tan efectiva ante el virus y que al entrar al cerebro se torna en una enfermedad sistémica, lo que significa que tiene la capacidad de atacar a todo el cuerpo. 

La psicóloga Myriam Pérez Ruiz mencionó que el estudio demuestra la importancia de vigilar las consecuencias del virus a largo plazo en los sobrevivientes. Las enfermedades mentales causadas por el virus en los sobrevivientes indican efectos crónicos.

Y es que ciertas enfermedades mentales causadas por el virus como el trastorno de la ansiedad y de la depresión, de acuerdo con el estudio, tienen comorbilidad, indicó. 

“Las investigaciones son bien claras en cuanto a las posibles secuelas en seis meses, ahora, imagínate lo que puede suceder en dos o tres años”, enfatizó la psicóloga en entrevista con Es Mental. “No podemos esperar a tener el monstruo encima”, agregó.

“Tenemos que establecer un plan abarcador y comprensivo para todas las poblaciones”, advirtió.

La clase social, la situación económica, el contexto social, los elementos culturales del paciente también influyen en la severidad de las enfermedades mentales en los recuperados de COVID-19, reconoció la psicóloga. 

En Puerto Rico, por ejemplo, el huracán María en 2017, los terremotos y la inestabilidad política en 2020 aportaron a que el virus no fuese el único estresor en detonar estas enfermedades mentales, recalcó el psiquiatra Mario R. González Torres.

“Cuando lo ponemos en el contexto de la pandemia, a veces cuando hablo con mis colegas de salud mental, no sabemos cual va a ser el resultado desde el punto de vista de la salud mental”, mencionó. 

A su juicio, es imperativo contar con guías basadas en los hallazgos del estudio para que profesionales de la salud mental tengan de primera mano posibles soluciones a las enfermedades mentales causadas por la pandemia de COVID-19, instó. 

El psiquiatra también advirtió a tener cuidado con la demencia que, según el estudio, fue una de las enfermedades mentales desarrolladas por los sobrevivientes del virus.

Si bien es cierto que se no se conoce con claridad que la causa, la falta de atención médica, la mala alimentación, así como los malos hábitos de sueño podrían tenerla, especialmente en los pacientes con enfermedades como el alzheimer o la bipolaridad.

Los pacientes con enfermedades crónicas se encuentran entre los grupos de mayor riesgo a sufrir los estragos del virus una vez contraído.