Se encontraba con su sobrina, de ocho años, cuando de repente le dijo: “mira, se te nota la columna vertebral”. Al mirarse en el espejo se sorprendió al ver cómo se le “notaban las vértebras por encima de la carne”. Hoy, Perla Alessandra Hernández utiliza tres palabras para describir su pasado frente a la bulimia y a la anorexia:

  “Era un cadáver”.

En su adolescencia observaba su reflejo con desprecio. Odiaba sus caderas porque, a su juicio, “eran demasiado anchas”. Era bailarina, por lo que se encontraba rodeada de otras chicas delgadas, esbeltas y estilizadas. Ella no podía ser la excepción.

En la academia de modelaje ocurría lo mismo. Observaba con veneración las modelos que posaban en las revistas que compraba. Eran delgadas. Eran perfectas.  

“Para aquel entonces veía mi cuerpo como una tortura”, expresó Hernández a Es Mental. “Era una reacción obsesiva en la que tenía que hacer ejercicio si comía”.

La joven de 26 años seguía dietas exageradas, llegando al punto donde, si comía un paquetito de granola, de inmediato corría al baño a vomitarlo. 

Ese temor constante a subir de peso es conocido como anorexia, un trastorno alimenticio en el que se siguen dietas, ejercicios o tratamientos de manera estricta. La bulimia también es un trastorno, pero en el que los afectados vomitan o consumen purgantes cuando sienten que han perdido el control sobre lo que comen. 

“Era una dieta bien absurda”, abundó. “Yo ponía en Tumblr: ‘la dieta de la manzana’ y solo comía una manzana en todo el día. Para castigarme, me ejercitaba dos veces al día”.

La probabilidad de que una mujer de 12 a 19 años sufra de anorexia o bulimia incrementa entre más se exponga a las redes sociales, encontró el estudio “Facebook users more prone to developing eating disorders” que publicó la Universidad de Haifa.

Sin embargo, los trastornos alimenticios no tan solo se han “normalizado” en las redes sociales, sino en la percepción de la sociedad. Observar cómo personas utilizan adjetivos como “bulímica” o “anoréxica” indiscriminadamente lo demuestran, según Hernández. 

A pesar de que en el presente se ejercita con regularidad en el gimnasio, lo hace para sentir “confianza” y exprimir el máximo potencial de su cuerpo. No como durante los años en los que padeció tanto de anorexia como de bulimia. 

“En cierto punto se normalizó mi conducta”, explicó la joven. “Para la sociedad era normal porque como ‘ella hace una dieta’, ‘ella es jovencita’, [decían]: ‘eso no es nada’”.  

En 2012, Instagram vetó varias frases y términos que eran utilizados por grupos pro-anorexia. Los hashtags #anorexia y #skinny solo muestran un boletín de ayuda al escribirse en la barra de búsqueda. Al escribir #proana, no aparece contenido relacionado. 

La conjunción “pro-ana” significa “a favor de la anorexia”. Es un término que utilizan los que promueven la anorexia como un estilo de vida en lugar de un trastorno alimenticio. “Pro-mía” significa prácticamente lo mismo, solo que “a favor de la bulimia”. 

El vínculo entre las redes sociales y los trastornos alimenticios como la bulimia, la anorexia y los atracones afectan —en particular— a los niños, según la psicóloga clínica, Yazmin Ríos Rodríguez. En parte, a raíz de los cánones de belleza compartidos en las redes sociales y propagados por los medios de comunicación. 

“Todo el bombardeo mediático, lamentablemente, aumenta al incidir en esto”, agregó en referencia a los cánones de belleza insertos en la sociedad. 

La psicóloga clínica aconsejó que, a la luz del vínculo entre las redes sociales y los trastornos alimenticios, es importante que los padres restrinjan a que sus hijos no las utilicen más de dos horas al día. “Estar tanto tiempo en las redes sociales hace que la persona se ensimisme en su propio mundo”.

Un trastorno multidisciplinario 

Quienes padecen de bulimia, anorexia y atracones deben optar por un tratamiento multidisciplinario en el que distintos campos de la salud, como la psicología, la nutrición, la dietética y la medicina general, trabajen en conjunto, según Ríos Hernández.

El nutricionista y dietista, Abelardo Gotay Guzmán, explicó que los pacientes con trastornos alimenticios deben tratarse psicoemocionalmente con un psicólogo. De esa manera, los alimentos y las dietas que les sean recetados podrán surtir efectos.

Los alimentos tienen una estrecha relación con la salud emocional de los seres humanos. El portal especializado “Cuerpo y Mente” enlista al omega 3, la curcuma, los frutos secos, las frutas rojas, el chocolate, el té y el café como indicados para encontrar la “armonía” entre nuestras emociones y nuestro cuerpo. 

Ejemplificó que lo recomendable es que los pacientes consuman alimentos altos en calorías que puedan abastecer el estómago en caso de que se coman pocas cantidades.

El nutricionista y dietista agregó que, por lo general, una vez se descubren cuáles son los alimentos que más le interesa al paciente, tienden a recetarseles con mayor frecuencia.

“Uno tiene que buscarle la dieta a cada paciente de forma individual”, explicó Gotay Guzmán sobre los mejores alimentos para un paciente con un trastorno alimenticio. 

“El factor más importante aquí es el psicológico”, puntualizó.