María – cuyo nombre es ficticio para salvaguardar su identidad – recién terminaba su jornada escolar a las 3:00 p.m. en Carolina. A la distancia divisó a su padre mientras conducía su automóvil hacia ella. Abrió la puerta, se sentó en el sillón y su papá le preguntó:
– “¿Cuál es el código del iPad?”.
Ella se negó a responderle la pregunta. El iPad escondía lo que había conversado durante dos meses con su pareja del mismo género en secreto. Había crecido en una familia religiosa y conservadora, por lo que temía que fuese homofóbica. Imaginar la reacción de su padre le provocaba temblores en el cuerpo.
En medio del recorrido de vuelta a su hogar, María, de 12 años en ese entonces, no resistió la insistencia y le reveló la contraseña. Tras leer las conservaciones de María, su padre la insultó y la comparó con su madre, quien la abandonó cuando era una niña. Le dijo que era una decepción.
Tan pronto se estacionó en el hogar corrió a su habitación donde pensó que estaría a salvo. Sin embargo, su padre entró y cerró la puerta. La golpeó con fuerza mientras sus hermanos mayores escuchaban sus llantos desde afuera. Hasta que su hermana, asustada, entró a la habitación. Furioso, su padre también la golpeó. Llorosa, María gritó:
– “Yo lo merezco por habérselo ocultado”.
Una vez los golpes terminaron, se acostó a dormir. Sangre descendía de su nariz, moretones cubrían su cuerpo y dolor era lo único que sentía en su espalda. Por un momento, pensó que iba a morir.
Las heridas ocasionadas por su padre cuando supo acerca de su relación lésbica no tan solo fueron físicas, sino psicológicas y emocionales. Lo que vivió la traumó a tal punto que no puede agarrar o besar a su novia en público, ahora como adulta, sin temor a las represalias.
En realidad, no es extraño que las personas mantengan en secreto sus relaciones con personas del mismo género de sus familiares, explicó la consejera profesional y psicoterapeuta, Shanna Domínguez. En ocasiones, ocultarla se debe a que una de las dos partes no ha revelado su orientación sexual.
Por lo tanto, esconden su amor por temor a represalias, mencionó.
“He escuchado a cientos de clientes homosexuales compartir sus propias experiencias de los obstáculos que han experimentado en sus relaciones”, reveló.
Lo que se desconoce es el impacto emocional y psicológico de ocultar una relación del mismo género, acotó la consejera profesional en entrevista con Es Mental.
El estudio Prejudice, Social Stress, and Mental Health in Lesbian, Gay, and Bisexual Populations: Conceptual Issues and Research Evidence (2007) encontró que guardar secretos eleva el estrés y la ansiedad mientras que revelarlos los reduce.
Igualmente, cuando se revela que se está en una relación con una persona del mismo género, de acuerdo con el estudio Narratives of young people on same-sex relationships about their path and implications for mental health (2019), la persona madura un más.
Aunque en heterosexuales y en homosexuales no siempre es posible tener una relación sentimental duradera, en las relaciones del mismo género es más complicado, opinó el psicólogo clínico y coordinador del Comité de Diversidad de Sexo, de Género y de Orientación Sexual de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, Caleb Esteban Reyes.
El prejuicio social, entre otros, es lo que imposibilita que estas relaciones del mismo género sean a largo plazo, mencionó.
“Cuando tengo una pareja y yo decido enseñar esa pareja en público, no tan solo es manejar cómo me siento, sino salir del clóset ante la sociedad”, expresó.
“Muchas veces (esto ocurre) ante personas extrañas que no sabemos cómo van a reaccionar”, agregó.
Las diferencias que puedan surgir mientras la relación esté en secreto, acotó el psicólogo clínico, pueden ocasionar que se rompa en algún momento.
La decisión de mantener una relación amorosa del mismo género en secreto, según Monique Jiménez de Herrera, investigadora especializada en las comunidades LGBTQIA+ y presidenta del Departamento de Ciencias Sociales del Miami Dade College en Florida, es más frecuente entre adolescentes que no se aceptan o que no son aceptados en su entorno.
“La sociedad todavía tiene una mirada heterosexual y negativa sobre lo que es ser gay, lesbiana o bisexual”, reconoció.
Las personas homosexuales son tan resistentes y fuertes como las heterosexuales, aclaró, por lo que ocultar una relación sentimental no siempre redunda en trastornos psicológicos.
La comunicación y el respeto pueden ser claves para mantener toda relación en pie independientemente del género, puntualizó la investigadora, a pesar de que esté a escondidas y en secreto.