Luego de toda una juventud viviendo el amor como persona monógama, la científica ambiental Darimar Dávila Ortiz eligió reformular sus relaciones íntimas e intentar el poliamor.

A pesar de admitir que la transición fue retante, Dávila Ortiz expresó que hizo este cambio en sus relaciones románticas por descubrirse a nivel personal, emocional y sexual.

La joven de 25 años explicó que, mediante sus relaciones monógamas, pudo constatar un patrón en su comportamiento. Detectó a las infidelidades como una constante, lo que la llevó a considerar que las relaciones monógamas no eran adecuadas para ella.

Por esto, un día decidió mudarse a la casa de una amiga que sostenía una relación compuesta por varias personas. Aunque confesó que la modalidad en la que su amiga desarrolla sus relaciones íntimas no fue de su gusto, quedó agradecida por la experiencia, pues implicó un paso más hacia su autoconocimiento.

Luego de esta experiencia, intentó abrir su relación monógama con su pareja de más de siete años. Sin embargo, dado a que su pareja no estaba igualmente complacida con la transición, la relación culminó.

Con el fin de esta relación, Dávila Ortiz le abrió las puertas a una vida poliamorosa.

¿Qué es el poliamor?

Según la experta en sexología Zuleyka Valentín Arroyo, las relaciones no monógamas es un término sombrilla que se puede dividir en varios. Asimismo, bajo la sombrilla existen aquellos consensuales y no consensuales.

Cuando se habla de una relación no monógama no consensual implica infidelidad, lo que estaba experimentando Dávila Ortiz previo a su transición. Sin embargo, una no monógama consensual es un acuerdo mutuo entre ambos miembros de la pareja en el que deciden abrir su relación.

Los matrimonios o relaciones abiertas, los “swingers”, las relaciones semi abiertas, la poligamia y el poliamor, son todos tipos de amores no monógamos consensuales de acuerdo con la especialista.

En el caso de la poligamia, el término es usado para hacer referencia a cuando una persona tiene múltiples relaciones conyugales. A pesar de que el Código Penal de Puerto Rico establece a la misma como ilegal, esta es una práctica que es usada como parte de múltiples culturas y creencias espirituales.

Mientras, destacó que el poliamor se diferencia de las demás ramificaciones porque existe un desarrollo más íntimo dentro de las diversas relaciones. Es decir, se pueden desarrollar relaciones exclusivamente sexuales, íntimas o románticas.

Para Dávila Ortiz la multiplicidad que implican las relaciones poliamorosas inicialmente le provocó ansiedad, estrés e incomodidad, pues no estaba acostumbrada. No obstante, afirmó que, a pesar de que esta es la definición que establece la teoría, las reglas establecidas en cada pareja son cambiantes y dependen de las personas que componen a la relación.

De manera similar, aunque confesó que, al inicio, la transición significó lidiar con sus prejuicios ante el tema, abandonar los celos y olvidar la posesividad que caracteriza a las relaciones monógamas, luego de acostumbrarse, significó más libertad.

Admitió que previo a su vida como amante poliamorosa no había tenido la oportunidad de descubrirse sexualmente. Expresó que había sentido curiosidad hacia la bisexualidad, pero nunca había actuado ante ello.

Resaltó que la poligamia la ayudó a saber precisar sus zonas herógenas y sus áreas principales de estímulo.

De manera similar, Valentín Arroyo expuso que el poliamor puede ayudar a las personas a conocerse como individuo.

La práctica del poliamor en Puerto Rico

Valentín Arroyo apuntó a su tesis titulada Experiencias en relaciones de personas no monógamas consensuales en una muestra puertorriqueña en la que discute el poliamor en Puerto Rico. Los hallazgos de la indagación puntualizan que, entre los entrevistados, la poligamia fue más común entre personas de la comunidad LGBTQIA+.

Enfatizó en que la práctica y sus beneficios no se limitan a este grupo, pero afirmó que las personas LGBTQIA+, a menudo, son más abiertas a considerarla.

Estableció que pudo percibir cómo el machismo y los celos pudiesen afectar a una relación poliamorosa. En uno de los casos estudiados, explicó que a una parte se le ofrecían unos beneficios de los que la otra no gozaba.

Detalló que, en esta pareja, el miembro varón de la relación era permitido tener relaciones con personas de todo tipo de género. Mientras, la otra parte de la relación no gozaba de este privilegio, sino que exclusivamente con personas del mismo género.

Explicó que, dado a las discrepancias que pueden existir al establecer las reglas de una relación no monógama consensual, las personas deben de ser cautelosas al abrir sus relaciones a ello y no ejercerlo si no se sienten preparados tanto emocionalmente como físicamente.

Resaltó que, en el caso de Puerto Rico, existen varios prejuicios que arropan a esta comunidad. Determinó que la sociedad hipersexualiza a esta práctica y minimiza la validez y el amor en las relaciones sostenidas bajo esta tipología.

Destacó que esta perspectiva negativa hacia el poliamor se debe a la conceptualización de amar a más de una persona a la vez como un tabú. Ideó que parte del tabú puede ser originado por estereotipos impuestos por películas, literatura, o valores matrimoniales o conyugales impuestos por religiones específicas, entre otros.

Sin embargo, tal como establecido anteriormente, puntualizó que hay religiones se posicionan a favor de la práctica e, incluso, muchas comunidades la consideran como una estrategia reproductiva. 

No obstante, Valentín Arroyo admitió que la única característica con la que cumplían todos los participantes de su tesis era no identificarse con religiones.

Mientras, explicó que, aunque en la mayoría de las relaciones

poliamorosas los practicantes sostienen una pareja que caracterizan como la principal, modalidad de la relación poliamorosa depende de las personas. Presentó que las personas pueden amar a más de un individuo de la misma manera que pueden amar a sus dos padres de manera equitativa.

De manera similar, expuso que hay estudios sobre las fantasías sexuales que prueban entre sus hallazgos como constante que la mayoría de los participantes, aunque sean participantes de la monogamia, tuvieron idealizaciones que figuraban a más de una pareja.  Por ende, aunque se practique mayormente la monogamia, evidencia que hay un interés pronunciado por el poliamor.